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LOS OTROS CERROS PORTEÑOS QUE BRILLAN CON SU ENCANTO

Los cerros porteños más inexplorados de Valparaíso tienen tanto encanto como el Alegre y el Concepción. Ahí hay rincones únicos, como una tienda de vino debajo de un ascensor y un museo de marionetas en una ex iglesia. Este fin de semana tiene 15 pretextos para ir al puerto.

La culpa la tuvo la Unesco. En 2003 declaró a Valparaíso Patrimonio de la Humanidad y puso al puerto ante los ojos del mundo. Fue luego de eso que los cerros Alegre y Concepción, de valiosa arquitectura heredada de los inmigrantes del siglo XIX, se transformaron en un imán. Hasta allá empezaron a llegar turistas de todo el mundo, que subían por endebles ascensores para descansar en hoteles de ensueño, boutique, ejemplo que -además- emuló Santiago después. Se levantaban en grandes y elegantes caserones, con decoración moderna y vistas privilegiadas. Al lado, en tanto, se les adosaban reputados chefs, haciendo alarde de sus dones en la alta cuisine en restaurantes como el Turri, el Paste e Vino y el de Casa Higueras. Este año pasado, sin ir más lejos, al mando de la cocina del restaurante Alegre llegó Francisco Araya, ex colaborador de Ferrán Adrià en El Bulli.

Valparaíso tiene brillo y lo sigue teniendo, pese a los últimos acontecimientos. No sólo en esas conocidas lomas, sino en otras que se contagiaron con el sentido del descanso, la estética, el arte, la gastronomía y las actividades espontáneas. En el cerro Cárcel, La Loma, Florida, Bellavista, Polanco y Esperanza, hay rincones poco conocidos, seguros para recorrer y listos para alardear de sus encantos. “Son cerros que no fueron afectados por el incendio de abril pasado y que mantienen intactos sus tesoros”, dice la directora de Turismo del municipio, Luigina Pruzzo.
Tome nota de estos 15 lugares que creía tener en mente, pero que seguro aún le falta por conquistar.
Cerro Cárcel

Hay joyas en este lugar. Hasta allá puede llegar caminando, porque está al lado del cerro Alegre, accediendo por Av. Alemania. Tiene un epicentro, la Plaza Bismark, que acaba de ser remodelada: ahora luce más verde y su mobiliario fue adornado con coloridos mosaicos. Su privilegiado mirador se lo disputan en Año Nuevo y algunos fines de semana se instala la compañía de teatro en miniatura Oani. Los reconocerá por las cajas -similares a las de los fotógrafos minuteros-, en cuyo interior montan obras de tres minutos, donde usted será el único espectador.

La iglesia con la cúpula ladeada frente a la plaza no es lo que parece: ahí se celebraban misas, pero sólo hasta 2007, cuando llegó a instalarse el Teatro y Museo del Títere y el Payaso. Visítelo en familia, porque los fines de semana se montan shows de marionetas y clowns. Este sábado y domingo (4.30 PM) verá una obra infantil de títeres Pulga para dos. Llegue una hora antes, para que los niños admiren la exposición de marionetas y se maquillen como tonys.

Museo del Titere y el Payaso-6
Dos cuadras más abajo encontrará otro imperdible, el Parque Cultural de Valparaíso (PCDV), el recinto que se inauguró hace dos años en la ex cárcel. Abre todos los días y siempre habrá ahí un panorama que rescatar. ¿El de este sábado? Un concierto gratuito de Musart, la orquesta juvenil de Casablanca, a las 7 PM. Retire las entradas en la oficina de Comunicaciones del parque.

Una buena forma de recorrer el recinto es a través de sus visitas guiadas. Conocerá lugares cerrados al público, como las salas de ensayos de los artistas (que se habilitaron en las antiguas celdas) y el huerto donde los vecinos del cerro cultivan acelgas y tomates.

Si le gustó la tranquilidad que se siente en este sector, aloje en Ultramar, un hotel boutique que abrió hace un par de años en las instalaciones de lo que también fue un hotel. De estilo moderno y habitaciones de paredes altas, es ideal para descansar del circuito nocturno del cerro Alegre. Si el día está soleado, siéntese a leer en su terraza, desde donde verá la bahía.
Hotel Ultramar
Cerro La Loma
Otra opción para parar un momento está a minutos de ahí, en el vecino cerro La Loma. El hotel boutique Alto Mirador funciona en una casona de estilo victoriano de comienzos del siglo XIX. Lo mejor son sus hot tubs al aire libre, donde el agua está temperada a 28°. Una vez que se mete ahí el relajo es total; no importa que esté fresco, porque lo único que siente es la brisa porteña y el ladrido de los perros. Junto al hotel funciona un restaurante de comida patagónica, A Fuego Lento, que abre de jueves a domingo. ¿Su especialidad? El cordero a la estaca. No se vaya sin conocer su cava de vinos, en el subterráneo.

En un callejón justo detrás del hotel Alto Mirador se esconde uno de los secretos mejor guardados de los cerros de Valparaíso, la Quinta de los Núñez. Si quiere vivir una verdadera experiencia porteña, es el lugar, porque todos los domingos esa familia de cantores populares abre el patio de tierra de su casa para ofrecer almuerzo casero y música en vivo. Este domingo no es la excepción: ahí podrá disfrutar de una merluza frita y de vino navegado, al ritmo de las boleros de Kenia Comesaña y los Reyes de la Jarana. Si le dan ganas de bailar, hágalo con confianza. Un consejo: reserve un par de días antes, porque estas jornadas son demandadas.

Cerros Florida y Bellavista
El ascensor Espíritu Santo, el que lleva al cerro Bellavista, volvió a funcionar hace un par de semanas ($ 100), después de cuatro años cerrado. Si va a La Sebastiana, puede subir por ahí o también por calle Ferrari, que en los últimos dos años se convirtió en un entretenido paseo, con la apertura de restaurantes, cafés y pequeñas galerías de arte.

Parta almorzando en Caperucita y el Lobo, el restaurante que el año pasado abrió un matrimonio de cocineros que trabajó en Irlanda con el reconocido chef inglés Gordon Ramsey. Su plato estrella es la pechuga de pato con ñoquis de naranja ($ 8.100).

Con las energías recargadas suba por Ferrari, para conocer el Museo a Cielo Abierto. Junto a laberínticas escaleras apreciará 20 murales que en 1992 diseñaron prestigiosos artistas y que luego, alumnos de la UCV pintaron en fachadas (los identificará por sus placas). No hay un recorrido fijo, pero se aconseja entrar por Ferrari y salir por calle Héctor Calvo. En ese trayecto verá el de Roberto Matta, uno de los pocos que no está estropeado por grafitis. El de Matilde Pérez, la maestra del arte cinético, es casi una novedad: en verano se retiró el panel que lo cubrió durante años.

A minutos de ahí, encontrará uno de los lugares de este cerro que está en boca de todos, el Espíritu Santo. Es una hostería, porque ofrece alojamiento y comida. Tiene cinco habitaciones, sin vistas notables, pero sí luminosas y minimalistas. También un restaurante, que en 2011 fue elegido como el mejor de regiones por el Círculo de Cronistas Gastronómicos.

valpo

Lo que cautiva de ahí es la atención de su dueña, Laura Moreno, quien le hará sentir como en casa. Ella misma prepara casi todo lo que incluye su generoso desayuno: desde el pan integral hasta el yogurt y la granola. Si no está alojando en la hostería, también puede pasar a probarlo ($ 5.000).

Cerros Polanco y Esperanza
El cerro Polanco, junto a la Av. Argentina, aún está inexplorado por los turistas. Recórralo junto a un vecino de ahí, el artista visual Eduardo Barría, quien organiza un tour por esas calles. Parte en su casa, que también es galería de arte, con un café o un té que elabora su esposa, y continúa por el circuito de street art del cerro. Son más de 40 murales, algunos impresionantes, que se pintaron hace cuatro años con motivo de un festival de grafitis. Durante el recorrido se encontrará con sorpresas, como un fastuoso palacio art decó, que hoy se usa como residencia.
Recorrido Murales Cerro Polanco-5

Si le dan ganas de algo dulce, maneje un par de cerros al norte, hasta el Esperanza. Valdrá la pena, porque detrás una fachada sencilla de calle Barros Arana funciona una sofisticada chocolatería artesanal, D’Airola, que elabora su dueño, Walthari Matthei, primo de la ex presidenciable Evelyn Matthei. La gracia de comprarlos ahí es que verá cómo se fabrican y que puede armar una caja de bombones a su gusto. La variedad es irresistible: desde los rellenos con queso gorgonzola hasta los de banana canela, que se pintan a mano.

Cerros Alegre y Concepción
En los dos cerros más visitados también hay nuevos lugares con encanto. Como Mercadito Alegre, una pastelería de cuidada estética (parece una casa de muñecas) y donde elaboran pasteles, cupcakes y galletas artesanales. Aunque hay un espacio pequeño para comerlos allí, la idea es llevarlos.

Pastelería Mercadito Alegre-9

Ese es un buen punto de partida para visitar luego la zona que más atrae hoy en cerro Alegre, el pasaje Dimalow y el ascensor Reina Victoria ($ 100). Antes descuidados, hoy se potenciaron tras la remodelación de este último, hace un par de años. Debajo de la estación superior hallará, casi escondida, Antonia Wines, una boutique de vinos con tintos y blancos de viñas independientes, difíciles de hallar en la zona. Puede comprarlos o beberlos por copa en la terraza ubicada junto a la tienda. En estos días fríos, Mario, su dueño, pone pequeños braseros.
Antonia Wines
A pasos de ahí disfrutará de Fauna, el restaurante con la mejor terraza de la ciudad. Posee una vista única del cerro Alegre y de improviso llegan a tocar cantores porteños. Es favorito de europeos y el ambiente es animado. Lástima que cierra a las 10.30 PM, pero hay una razón para eso: velar por la tranquilidad de los pasajeros del recinto, que también alberga un hotel boutique de diseño.

Restaurante Fauna

No es necesario que salga del cerro para cerrar la noche. Cerca está el primer Bar de Pisco de Chile. Su carta sólo ofrece este destilado, en macerados, shots o cocteles, como el de apio y el de berries. Tiene la gracia de ser uno de los pocos locales del Alegre abiertos hasta después de las 3 AM.F

Referencia: http://finde.latercera.com/2014/07/18/aire-libre/los-otros-cerros-portenos-que-brillan-con-su-encanto/

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